Por: Víctor Hugo Vidal Barrios
Es la primera noticia desagradable del día de hoy.
Ya mi corazón no tiene lágrimas, late con la tristeza de la partida de un entrañable amigo.
Guardaba la esperanza de verte nuevamente, rozagante, con tu mirada de niño bueno y tu sonrisa agradecida.
Quedaron muchas conversaciones pendientes, muchos cuentos de personajes de Ciénaga sin terminar. “Porque eras un excelente narrador de historias y anécdotas”.
La última vez que nos vimos en mi consultorio nos despedimos -sin saberlo- con el saludo masónico.
Dolor. Parte mi hermano masón al Oriente Eterno, en busca del Gran Hacedor del Universo.
Porque viniste de Dios, viviste en Dios y volviste a Dios.
Tú no sabes el dolor inmenso que tengo, al no poder verte más.
Vendrán los 15 de septiembre, fecha en que cumplíamos años y ya no podré festejar como antes, porque tu ausencia será notoria.
Solo pido a Dios le dé fuerza a su hermosa familia.
A su esposa e hijos mi más sentido abrazo de acompañamiento por esta pérdida irreparable. Desde la distancia del confinamiento mi alma los cubre de solidaridad y apoyo.
Si el grano de trigo no muere, solo quedará, pero si muere en abundancia dará un fruto eterno que no morirá…Siempre seremos más que las espigas.