Por: Alan Gutiérrez
Ni las movilizaciones sociales son de Petro o de las centrales obreras, ni tampoco podemos creer que sólo van dirigidas en contra de Duque-Uribe-Centro Democrático.
Llevamos -por lo menos- 30 años de medidas económicas neoliberales que han reformado la salud, han subido el IVA, han recortado las horas extras, han privatizado gran parte de nuestro patrimonio público y que ahora, por recomendaciones del FMI, van por más.
Solo recordemos dos de las muchas desgracias: cuando reformaron el sistema de salud a través de la Ley 100 de 1993, si bien Uribe Vélez fue el ponente, esta nefasta medida neoliberal nació en el seno de la administración Gaviria y fue puesta en marcha en el gobierno de Samper Pizano.
O por otro lado, cuando nos subieron el IVA del 16% al 19% en 2016 no gobernaba Duque sino Juan Manuel Santos, «nuestro» Nobel de Paz.
Debemos entender que Uribe es solo la expresión esquizofrénica, virulenta y criminal de un establecimiento político nacional arrodillado a los grandes intereses financieros (nacionales e internacionales), que históricamente ha negado las conflictividades sociales del país y que hoy está en medio de una gran crisis. “Está a punto de desmoronarse”.
Lo que vive Colombia en estos instantes sobrepasa el liderazgo de dirigentes políticos y sindicales. Es la gente en las calles la que está determinando el curso de la movilización. Tontos son los que creen que cualquier político a través de Twitter puede dirigir o canalizar la indignación ciudadana.
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