Por: Alberto Fernández
Amada tierra mía:
Hoy quise escribirte esta carta por lo mucho que te amo. Eres Ciénaga de mi alma el amor de mi vida. He notado tu tristeza, tu dolor cuando despides dando el último adiós a uno de tus hijos y percibo tu angustia cuando se trata de aconsejarles a los que aún están contigo para que sean obedientes a tus buenos consejos como madre amorosa, tierna y protectora que eres.
Admiro esa fortaleza tuya amada tierra mía y como buen hijo que soy, sufro mucho por todo lo que estás pasando en estos tiempos de tribulación a causa de una pandemia que vos jamás pensaste padecer. Te he visto orar en silencio para que todo pase y vuelva a ser como antes. Te he escuchado preguntar a Dios ¿porqué a mí? ¿porqué no me enseñaste a educar a mis hijos sobre la pandemia y lo mortal que es? ¿porqué no pude prepararlos antes para que tuvieran conciencia de este mal y su comportamiento social fuera distinto?
Se de tu intranquilidad por que no te gusta estar encerrada ni mucho menos distante de los tuyos, igual eres alegre, folclórica, divertida pero sana, noble y con un corazón inmenso para amarnos a todos. No os afaneis tanto mi Ciénaga del alma, aguardad en Dios la restauración de todos y de todo cuanto nos rodea. Pronto tendremos la oportunidad de recuperar la tranquilidad, de regresar a una vida normal.
Aguardad con fe y optimismo la buena nueva, cuando hayamos superado juntos esta crisis a causa de la pandemia. No os preocupeis mi Ciénaga del alma, no os permitais que el miedo te acobarde y te aniquile. Se valiente amada tierra mía, nada se gana con llorar, aún tienes mucho por hacer y entregar. No es la primera vez que enfrentas una crisis. Eres guerrera de miles batallas, has hecho de una debilidad tu fortaleza y en muchas amenazas ves oportunidades. No en vano has crecido a través de los tiempos, sacando adelante a todos tus hijos.
Mejor ocupemonos amada tierra mía, no estás sola, aquí están tus hijos dispuestos todos en atender tus consejos y acatar tus órdenes, desde nuestra responsabilidad individual y colectiva, cumpliendo con los protocolos de Bio seguridad y tus sabios consejos que establecen normas y conductas a seguir por el bien de nosotros.
¿Pará qué culparnos los unos a los otros, amada tierra mía, cuando tú nos reclamas solidaridad, responsabilidad y compromiso? ¡Nos urgen soluciones más no problemas! Animo tierra amada, alimentad el espíritu de esperanza, valor y confianza. Dios jamás abandona a su pueblo y de esta saldremos victoriosos.
Te amo Ciénaga de mi corazón.