Por: Alberto Fernández
Nuestro lugar insigne, el espacio público que enamora a propios y extraños, la emblemática «Plaza del Centenario», es hoy objeto de intervención y restauración. En buena hora.
Todo lo que se pueda hacer para mejorar y contribuir con el desarrollo de nuestro municipio bienvenido sea. Sin embargo no podemos perder de vista nuestra identidad cultural y la esencia misma de lo que hoy constituye el patrimonio histórico de la ciudad, el departamento y la nación.
Ya las obras se están viendo en estos últimos gobiernos, con algunos baches y pifias pero todo comienzo es así, más cuando la desidia, el abandono, el despilfarro y la corrupción de los recursos públicos, es cuestión de apetitos voraces, cuál aves de rapiña por parte de los gobiernos de turno.
Que la ciudad está cambiando, es cierto, que las administraciones quieren hacer por ella, también es cierto. Pero es mucho más cierto aún que nos falta un largo camino por recorrer, para despertar en el ciudadano sentido de pertenencia, y en los gobernantes amor y arraigo por la tierra que nos vio nacer.
Observo con mucha preocupación y tristeza, la forma como cada individuo, además del colectivo social, no se ha apropiado de cuidar, proteger, conservar y preservar cada monumento, parque, calle, espacio recreativo y demás obras que son restauradas o construidas para el embellecimiento, recreación y deporte del municipio. No es posible que obras recién inauguradas, se destruyan a causa de unos cuantos que no aman a Ciénaga.
Aunque no los culpo, porque en el fondo, no es más que la muestra fehaciente de escasas o casi nula preocupación del ejecutivo por desarrollar programas de gobierno encaminados a crear cultura ciudadana, como una herramienta eficaz de la política pública que nos beneficiaría a todos por igual.
Escuchar entonces decir a algunos coterráneos, que el cienaguero es «inculto» y que Ciénaga se merece su suerte, en el sentido de que todo lo destruimos. ¡NO, NO ESTOY DE ACUERDO! No es culpa de la gente, ni de las comunidades, cuando por ejemplo en otras ciudades que actuaban igual o peor, se les invirtió en concientizar, culturizar y apropiar al ciudadano con programas encaminados a desarrollar cultura ciudadana, no de un día, sino de todo un período administrativo.
Ya es tiempo, sí queremos adentrarnos al futuro, para hacer de Ciénaga LA CIUDAD DEL REALISMO MÁGICO que nos ocupemos de lo que en verdad es necesario, construir ciudad, para ciudadanos ejemplares. Se hace necesario, una “urgencia manifiesta”, e invertir recursos en programas de Cultura Ciudadana.